El
Baldón: ¿Qué Significa ser puntual?
Por:
José Miguel Cobián
Respeto. Antes que nada, el ser puntual
significa respetar el tiempo de los demás. Respetar a los demás como iguales,
al mismo nivel jerárquico en su calidad de seres humanos, iguales como personas
que merecen lo mismo que yo merezco.
Partiendo de esta afirmación que creo que
difícilmente alguien me podrá refutar, podemos analizar un poco las causas de
la impuntualidad y sobre todo, en el caso de servidores públicos, el verdadero
significado de su personalidad, más allá de la imagen que intenten mostrar, en
las próximas campañas a llevarse a cabo
Algunos de los candidatos a puestos de
elección popular, se caracterizan por ser terriblemente impuntuales, por no
respetar en lo más mínimo el tiempo de las demás personas, y sobre todo, su
impuntualidad refleja su vocación de servicio.
Parecen decir ¨como no me importas en lo más mínimo, soy impuntual. Tu
tiempo no importa, el mío sí¨.
A partir de allí, creo que no se debe
elegir a ningún candidato que juegue con el tiempo de los ciudadanos, pues de
entrada, se considera superior a éstos, a quienes debe servir.
La impuntualidad también refleja el nivel
de autoestima de quien la practica. Un
funcionario impuntual, lo es generalmente porque tiene una autoestima
pequeñísima. Pequeños de corazón, pequeños de estatura humana, tan pequeños en
cuanto su propia valía (pues ellos se conocen mejor que nadie), que intentan
reducir el valor de los demás, por debajo de su propio valor personal. Podrán ser hábiles, inteligentes, exitosos,
mañosos, tramposos, desleales, etc., y sin embargo, se consideran tan poca
cosa, que necesitan con urgencia demostrar a los demás su valor, y una manera
de hacerlo, es haciendo esperar a los demás, como si el esperado tuviera tanta
importancia. Importancia que en lo personal no posee, sino que el puesto se la
otorga, y cuando deje el puesto, seguirá siendo una persona sin importancia, ni
para los demás, y lo más triste, ni para sí mismo.
He visto a funcionarios públicos dar
vueltas y vueltas en sus automóviles con chofer, a pesar de haber ya pasado la
hora de la cita, esperando que llegue más gente a la reunión, e incluso,
esperando que llegue aquél a quien citaron, pues para su pequeña mente
acomplejada, no existe la posibilidad de llegar puntual aunque haya poco
auditorio, y mucho menos, esperar en una mesa a la persona que citaron, la cual
por cualquier razón –válida o no-, está llegando tarde.
Un funcionario que no es puntual, que
jamás ha sido puntual, demuestra en los hechos, que el tiempo de los demás, y
por consiguiente, los ciudadanos a los que debe servir, no le importan ni un
bledo. La única razón de tratar a los votantes, es conseguir su voto, y a
partir de allí olvidarse de ellos hasta la próxima elección.
Quien ya ha sido alcalde, diputado, o ha
tenido algún otro puesto público, y le dice a un ciudadano que atenderá su
asunto, tal día, y que lo espera en su oficina o en el palacio, y a fin de
cuentas, resulta que no lo atiende, porque incluso ya olvidó su ofrecimiento,
no merece por ningún motivo volver a ser electo, salvo que el ciudadano sea tan
sumiso que a pesar de saber que no será atendido, vota por esa persona. O lo
que es peor, abusando de la ignorancia del votante, o de su necesidad, se le
conmina a votar por quien no será –porque no lo ha sido- un buen funcionario
público.
Ridícula la actitud servil y rastrera de
muchos achichincles de funcionarios públicos, que citan a los ciudadanos de
manera anticipada, para darle importancia a su jefe, haciendo esperar a la
población. Y lo único que logran es un rechazo generalizado, pues nadie importa
más que nadie. Y los servidores públicos están para servir, aunque al pueblo y
a ellos se les olvide.
Esta reflexión me surgió, porque me
citaron a una reunión que nada tenía que ver con política, con Salvador Abella,
quien llegó cuatro minutos tarde, apenadísimo por no haber llegado
puntualmente. Dicen que en lo poco, se
ve lo mucho. Comparando con otros que ya han sido, y llegan con una hora de
retraso cuando hay suerte, y con más de dos horas de retraso como norma a sus
reuniones y citas.