Crónicas urgentes
El innombrable
Claudia Constantino
El
domingo por la noche, en el parque Juárez de la capital del estado, se dieron
cita miles de jóvenes. Unos seguían en su rutina habitual de cazar pokemones o
librar batallas virtuales en los gimnasios que sólo existen en su celular, pero
muchos más se apretujaron bajo la carpa dispuesta desde temprano para el
concierto de clausura del Festival de las Flores, uno de los fallidos intentos
por remplazar al Hay Festival, aquel gran festival de primera clase que, por
falta de presupuesto, ya no se pudo seguir realizando en Veracruz.
Los grupos más destacados de la
escena musical del estado estarían ahí, y gratis. Así, Sonex, Aguas Aguas, Cojolites
y Soflama se fueron presentando e hicieron milagros por sacar “la tocada”, a
pesar del pésimo sonido que contrató “él organizador”. El violinista de Sonex,
en plena presentación, le dijo al público “cómo es posible que traigan un
sonido que no sirve. Es una falta de respeto para grupos premiados con el
Grammy y nominados a un Oscar”. Los espectadores enardecidos arrancaron la
rechifla.
Ni la amenaza de lluvia ni el pésimo
sonido lograron que los chavos se desanimaran o se fueran. Ahí se quedaron,
saltando, bailando, aventando a uno que otro por los aires, animados por los
acordes de las mejores rolas de su grupo predilecto. Sonó muy mal, pero fuerte:
el son, las fusiones más insospechadas, el ska y las rolas jazzeadas de las bandas
favoritas de Xalapa.
Al día siguiente, en las redes
sociales, circulaban las quejas de estos grupos por los camerinos orinados y,
sobre todo, por el cheque sin fondos con que les quisieron terminar de pagar la
presentación. En muy pocas horas, el
efecto de las redes ya había surtido efecto y el alcalde Américo Zúñiga ofreció
a los agraviados entrevistarse con ellos y “atenderlos”.
El contrasentido de las
declaraciones que vinieron después indica que el alcalde saldó la deuda de
algún modo; nadie ha dado mayor información al respecto. Pregunté a uno de los
integrantes de Sonex quién firmó el cheque sin fondos. No me respondió. El
boletín del ayuntamiento que habla del caso sólo informa sobre la prontitud y
eficiencia con la que el alcalde resolvió el problema.
Los grupos han dado las gracias al munícipe
y han deslindado de toda responsabilidad al municipio. Pero ¿cómo se puede
hacer eso? Nadie menciona el nombre del organizador, ni el hecho de que siempre
contó con todo el apoyo de Américo Zúñiga y el ayuntamiento de Xalapa, como
consta en publicidad y todas las cosas. Más
temprano, el mismo domingo, el presidente municipal había anunciado que “el
Festival de Las Flores volverá el año que entra, más grande”, y “el
organizador” subía la foto a las redes sociales abrazado de su amigo Américo, mostrándose satisfechos.
Pero la historia atrás es que “el organizador”
y gestor de la idea fue Ernesto Aguilar Yarmush. Usó a “su amigo”, el senador
Pepe Yunes, para que le vendiera la idea al presidente municipal de Xalapa.
Hace mucho que apuesta a que, cuando el senador sea gobernador de Veracruz, lo
hará secretario de turismo y cultura, porque ya lo fue alguna vez y dice saber
mucho de eso. Ha “invitado” a intelectuales y artistas destacados para que se
sumen a su proyecto, y la última vez que lo saludé, allá en el velódromo de
Xalapa, durante la presentación del espectáculo jarocho, en el marco del
festival en cuestión, aclaró que “Filobello tiene a cargo los espectáculos
grandes y yo me encargo de todos los demás foros”.
A este momento, el senador debe de estar
muy arrepentido de tal recomendación al alcalde; Américo Zúñiga, ni se diga,
que ha tenido que resolver el error y salir a dar la cara por “el organizador”.
Se convirtió en un “innombrable”. Pero con un poco de suerte, y como suele
pasar, al rato todo se olvida y el año que entra vuelve “más grande”, como
anunciaron el domingo. Se verá si volvemos a escuchar repetidas veces este
nombre. Y por qué.
Cualquier
comentario para esta columna que extraña los festivales de altura a:
Twitter:
@AERODITA