Talento y madera en las artes escénicas
La bailarina
mexicana actuará a partir de octubre en la emblemática
pieza de “El Cascanueces” en la ciudad de
San Francisco, donde labra su camino hacia una
de las mejores compañías estadounidenses
Nueva York, EU, a 25 de
julio de 2019
Cuando Paula Álvarez afirma que “no hay nada mejor que vivir
de lo que te apasiona”, remonta sus recuerdos 12 años atrás, cuando fue
invitada a participar con el grupo avanzado de la Academia de Ballet donde
comenzó sus primeros pasos. Tras probar “aquello
mágico” que hay en el escenario, las luces, la música, los vestuarios, los
nervios, y luego, los aplausos, “comprendí de inmediato
que quería ser bailarina”.
Y a partir de allí, de la mano de sus sueños, de su pasión,
de sus maestras y maestros, de sus referentes y, sin duda, de sus padres,
inició una travesía donde a través del arte en escena tiene la posibilidad de compartir con el público lo mejor de sí y transmitirles esa paz sublime que
siente cada vez que termina una actuación.
Hoy, Paula Álvarez se encuentra como muchos mexicanos en el
extranjero, en la lucha diaria por conseguir un lugar en las artes escénicas,
que le permita forjarse un nombre al igual que
lo han hecho otros bailarines mexicanos como Isaac Hernández y su hermano
Esteban, lo mismo que Elisa Carrillo.
Su meta es seguir aprendiendo de gente como Wendy Whelan,
“una artista fuera de serie con quien he tenido
la oportunidad de hablar; ella es un ser humano ejemplar”, o Tiler Peck, Ashley
Bouder, Angélica Generosa y David Hallberg, entre otros.
Nacida en la Ciudad de México
hace 25 años, Paula Álvarez inició su formación en la Escuela de Ballet San
Ángel Inn, donde descubrió que ser una gran bailarina es la razón de su vida: “Tenía 13 años y en mi escuela de
Ballet en México me invitaron a ser parte de la producción con el grupo
avanzado. Ese año bailamos ‘Baile de Graduados’ un ballet corto y muy
divertido”.
Fue seleccionada con otras dos alumnas de su grado para interpretar a una de las tres
niñas pequeñas. “Fue un sueño haber sido invitada a bailar con compañeras a las
que yo admiraba en ese entonces. El final del ballet tiene una música un poco
triste porque las niñas del internado se despiden de los cadetes que las
vinieron a visitar y recuerdo estar en el escenario, durante
la última función, con lágrimas en los ojos porque no quería que se acabara. “Ese
día supe que era mi pasión”.
Participó hasta 2013 en la Escuela de Ballet San Ángel Inn antes
de iniciar su desarrollo profesional en Nueva York, en la Joffrey Ballet School
donde, también, ya ha impartido clases de verano
a niños y niñas de entre 3 y 8 años, además de realizar trabajos
administrativos para financiar su estancia, a la espera de su visa de artista
para continuar su trayectoria en suelo estadounidense.
“Creo que todos tenemos una razón de ser, de existir. A mí
lo que me hace más feliz en la vida es ayudar a otras personas a ser feliz.
Mediante el arte (en mi caso la danza), tengo la capacidad de transportar al
público a un mundo mágico donde la música y el movimiento son uno mismo y
puedes, aunque sea por un momento, escapar de tus problemas”.
Dice Paula Álvarez que desde que empezó y hasta la fecha,
bailar es su escape del mundo. “Nada me hacía más feliz que estar en un estudio
y enfocarme en la mejora personal. Ahora puedo compartir mi pasión por la danza
con otras personas y tal vez hacerlas sentir como yo me siento en el estudio:
en paz”.
Hoy que vivimos en un mundo
donde hay tantos aspectos orientados a lo
negativo, expresa la bailarina mexicana, “creo que a través de las artes, del
respeto y el trato amable de unos a otros se
puede hacer una diferencia. Cuando tengo la oportunidad de dar clases a las generaciones más jóvenes eso es lo que les enseño”.
Paula Álvarez inició el año pasado su primera gran
oportunidad profesional en el Menlowe Ballet que se presenta en el sur de San
Francisco, California, con seis roles entre los
primero y segundo actos de la obra “El Cascanueces”, donde representó a la Patinadora,
el Muñeco Oso Panda, y fue solista de Copos, de Españolas, Rusos y Flores.
“Como bailarina quiero ser la mejor versión de mi misma, y
seguir trabajando para cumplir una meta a la vez;
en esta carrera y en la vida nunca se deja de trabajar para ser mejor. Disfruto
mucho el reto de corregir mis errores para
mejorar”, expresa Paula Álvarez.
Sabe que el esfuerzo es mayúsculo y no
le teme, sino a los frenos administrativos y
financieros que cierran las puertas que el talento podría abrir de par en par, más
confía que la vida pone frente a cada ser humano las condiciones para superar
los obstáculos del camino, para llegar a ser, precisamente, la mejor versión de
sí mismos.
“Pienso que todos los bailarines son gente de admirar, no
puedes convertirte en profesional sin trabajar, sufrimos lesiones físicas y
emocionales, pero seguimos luchando. En mi
opinión, destacan los que mencioné porque, además de ser increíbles
bailarines, también son buenos ejemplos en la vida diaria”.
El apoyo en las horas aciagas
y de dolor, también es fundamental en la vida y trayectoria profesional, por lo
que no deja de reconocer a sus maestros. “Todas mis maestras mexicanas y en los
últimos años, Stacy Caddell han sido de gran inspiración y apoyo en mi carrera”.
Paula participará nuevamente en la temporada de “El
Cascanueces” que inicia en octubre, en el Menlowe Ballet, donde seguirá superándose para poder dar el salto y trabajar
en la compañía de sus sueños, la Pacific Northwest Ballet de Seattle, “estoy
subiendo escalones para llegar allí, trabajando y acumulando
experiencia”.
La Pacific Northwest Ballet de Seattle es el referente en el
Oeste de los Estados Unidos, de la New York City Ballet en el Este. Hoy por hoy, su objetivo es llegar a tener un trabajo ahí y
poder continuar su pasión por la danza, “porque no hay nada mejor que vivir de
lo que te apasiona”.