El Baldón: Fórmula del éxito económico
Por: José Miguel Cobián

De entrada, habría que separar el éxito
económico individual y el desarrollo económico de un país. Para complicar más las cosas, cuando de un
país se trata, habría que analizar si el desarrollo económico de un país genera
una reducción en la brecha de pobres y ricos, o por el contrario, el
crecimiento de la riqueza de ese país se concentra en pocas manos, con lo cual,
ese mismo desarrollo no beneficia a las mayorías.
La cuestión no es menor, porque fuera de
burlas y cajas chinas, el planteamiento del presidente López va en el sentido
de que es importante no sólo el crecimiento económico sino también la forma en
que se reparte la riqueza en un país. A
pesar de que el propio presidente ha dicho que el crecimiento económico no es
prioritario para mejorar la situación de los ciudadanos, ésta es una gran
mentira, que utiliza para justificar las fallas de sus políticas durante el
primer año de gobierno.
China ha demostrado que se puede sacar
700 millones de personas de la pobreza generando crecimiento económico a lo
largo de décadas, superior al 10% anual.
Ningún país en el mundo ha logrado sacar a una proporción suficiente de
sus ciudadanos de la pobreza sin haber logrado cumplir la premisa básica de
lograr un crecimiento económico superior al crecimiento de la población.
Una vez que aumenta la riqueza, las
políticas gubernamentales deben ir orientadas a impedir que esa distribución de
las nuevas riquezas que genera la economía vayan a los más privilegiados, es
decir lograr una sociedad más igualitaria.
El grave error que observamos en
las políticas asistencialistas del gobierno actual, es que no mejoran la
posibilidad de obtener ingresos de las familias a las cuales apoyan, sino que
simplemente les envían dinero, sin proporcionar medios para mejorar su productividad.
Seré más claro… Si a una familia en el
año se le obsequian $36,000.00. esa familia seguirá esperando la asistencia el
gobierno, sin mejorar la calidad de su trabajo, ese que le genera
ingresos. Si, por el contrario, el
gobierno invirtiera la mitad de ese dinero en proporcionarles los medios de
producción, digamos a manera de ejemplo, para tener 60 gallinas ponedoras, las
cuales, con la venta del huevo, le generarían a la familia un ingreso libre de
gastos, de tres mil pesos al mes. Eso
implicaría que con la mitad de los egresos de un año, considerado como gasto
público para asistencia social, se lograría el mismo efecto benéfico para la
unidad familiar, además con el beneficio de no tener que darles dinero regalado
el siguiente año, y con la posibilidad de beneficiar al doble de población cada
año. Pero parece que el gobierno no
quiere enseñar a pescar, sino crear dependencia a recibir el pescado en esas
familias.
Desde un punto de vista económico, a
mediano plazo es insostenible la política gubernamental de regalar dinero, en
lugar de invertir dinero en proyectos productivos. No hay dinero que alcance, y menos aún,
cuando la economía está en cero crecimientos, o peor aún, cuando varios
indicadores señalan que ya estamos en recesión, a tal grado que el propio
secretario de hacienda da la voz de alarma, para prepararnos para una recesión,
que muchos sabemos que ya está aquí, pero que el gobierno quiere presentar como
generada por crisis exterior y no por errores en sus propias políticas
económicas.
Por otra parte, en el tema de cuál es la
receta de éxito individual, podríamos pensar, insisto, en el desarrollo de un
esquema educativo que permita competir a nivel mundial, pero eso funciona en un
país donde la educación es valorada. En
México, el amiguísimo y la pertenencia a un grupo valen más que los méritos
personales, así que la educación de calidad es algo necesario, mas no
suficiente, y no es requisito indispensable en todos los casos.
Más allá de la educación, estaría la
propuesta del trabajo duro, pero tampoco es único requisito y depende de la
circunstancia. Conocemos personas que trabajan durísimo y logran un éxito
mediano, o en muchos casos, personas que, sin educación, trabajan mucho y no
avanzan a lo largo de toda su vida.
Ya van entonces tres requisitos,
educación, relaciones y trabajo duro.
Falta el punto más importante, la oportunidad, pues de esas hay pocas en
la vida, y muchos no reconocemos el momento en el cual se presenta una
oportunidad para lograr un triunfo en la vida.
Sin duda, entonces, la educación de
calidad, el trabajo duro, las relaciones y aprovechar las oportunidades son la
fórmula para el éxito. Salvo, que, no
se presente jamás una oportunidad, o se pierda por no percibirla.
Por otra parte, hay personas que, sin
educación, sin trabajo duro, pero con relaciones logran el éxito económico,
generalmente mediante el muy mexicano método de la corrupción. Ahora con el gobierno del presidente López,
todos los días descubrimos que vivimos en el país dónde hay mil unas maneras de
practicar la corrupción. Algo que se debe de agradecer al nuevo gobierno, pues
desenmascarar los métodos de corrupción ya sean actuales o pasados, ayuda a la
ciudadanía (escasa, por cierto) a abrir los ojos. Lo que quizá sea digno de señalar, es que
se señala ante la opinión pública la corrupción, que por ser tan lógica y
conocer cómo funciona nuestro gobierno, no requiere de muchas pruebas ante el
juicio de la propia opinión pública, pero también observamos que el corrupto no
recibe ningún castigo.
Otro camino muy socorrido y que no
requiere ni educación de calidad, ni trabajo duro, es el de convertirse en
criminal. Algunos, pues no todos los
criminales lo logran, obtienen un éxito económico digno de un líder sindical de
Pemex, la inmensa mayoría pasan vidas miserables, o muy cortas, debido a los
riesgos inherentes de la actividad elegida.
La gran ventaja en México que yo considero una promoción desde el
gobierno para dedicarse a actividades criminales, es la absoluta impunidad con
se rigen los comportamientos criminales.
La obvia colusión entre quienes desde el gobierno están obligados a
prevenir los delitos, procurar justicia e impartir justicia, es un incentivo
adicional para las actividades criminales, pues quien delinque sabe que no será
sancionado, y si acaso, si fuera atrapado, le costaría parte del dinero mal
habido, el recuperar su libertad, pero nada más. Un precio menor comparado con los beneficios
económicos de la actividad.
En México no hay más criminales debido a la
educación conservadora de muchas familias, y porque a pesar de que el gobierno
no sanciona, la sabiduría popular ha comprendido que el ojo por ojo y el diente
por diente, es la única manera de obtener justicia, ante un gobierno ausente,
incapaz, incompetente y cómplice.
Así, la respuesta a cuál es la llave del
éxito económico, varía mucho en un país disfuncional como el nuestro, comparado
con una sociedad avanzada en la cual el trabajo duro, la educación de calidad y
el esfuerzo cotidiano levan inexorablemente al éxito.