El Baldón: De pena
ajena
Por José Miguel Cobián
Aunque
todo mundo esté entretenido con la denuncia de Lozoya, hay que puntualizar
algunas cosas respecto de las API´s en el País, más allá de las opiniones de
los lambiscones del régimen, que opinan para quedar bien con algún funcionario
estatal o nacional de Morena, en lugar de pensar en el bien de México.
Antes
de que Salinas de Gortari creara las administraciones portuarias integrales,
los puertos de México eran nidos de ladrones y corrupción (algo ha mejorado
este punto aunque no se ha resuelto al 100%).
Los puertos fuente principal de
comercio internacional, detenían el desarrollo económico de México a cambio de
beneficiar a ciertos grupos de delincuentes legales o ilegales que medraban en
ellos.
Los
grupos de estibadores, los grupos que movían la carga, los administradores de
los puertos, los vigilantes, y cuanta persona estaba involucrada en cualquier
aspecto de la operación del puerto obtenía beneficios ilegales.
Como
todo lo que administra el gobierno, los puertos eran botín político. Las empresas que importaban o exportaban, ya
sea de manera permanente o para adquirir maquinaria, equipo y tecnología para
desarrollar la industria nacional sabían que su mayor problema era la
ineficiencia en el manejo de sus mercancías y sobre todo los ROBOS que
existían. Dejar un contenedor mas allá
de lo mínimo indispensable implicaba que se sufriría una pérdida total o
parcial de la mercancía.
Era
común que llegaran productos terminados, y que las bandas de delincuentes,
estuvieran enteradas hasta del número de placas del vehículo que los
transportaría, así, se lograba robar exactamente lo que algún comprador ilegal
había solicitado previamente. Práctica
que por cierto, siguió vigente pero ahora a través de ¨pitazos¨, mucho tiempo después.
Si
se quería conseguir cocaína de la más pura, había que acudir con los policías
federales que cuidaban el recinto portuario. Lo mismo sucedía en caso de
tráfico de cualquier tipo de armas. Era
la autoridad encargada de la seguridad del puerto, la que manejaba esos
negocios ilícitos.
Ante
el problema que significaba reducir la corrupción en un sistema de gobierno
donde reinaba la corrupción, Carlos Salinas de Gortari, decidió que crear las
administraciones portuarias integrales, con una figura de sociedad anónima, que
tuvieran como objetivo elevar la eficiencia de los puertos mexicanos y permitir
el despegue económico de México, sobre todo por la próxima entrada en vigor del
TLC.
Así,
se otorgó la administración de los puertos a las API´s, cuyos accionistas, son
todos, entidades del gobierno federal.
Es decir, se deja el control del puerto al gobierno, pero el criterio
pasa de permitir que los aliados roben a buscar la eficiencia y ampliación de
capacidad de los puertos.
Las
entidades tienen la posibilidad de otorgar concesiones por plazos de 20 o 30
años renovables por un período similar.
Estas concesiones permiten que el puerto adquiera infraestructura pagada
por particulares, que además pagan una renta al administrador, es decir al gobierno federal. Así se han construido terminales de carga y
descarga de líquidos, de granos, de automóviles, de productos terminados, etc. Y con el dinero que pagan esos particulares
por el permiso para construir y administrar sus propias terminales por 20 años,
se ha pagado buena parte de la ampliación de infraestructura. En el caso del puerto de Veracruz, la
construcción del nuevo puerto tiene una aportación significativa gracias a los ingresos de la propia API.
Como
dato interesante, la construcción del nuevo puerto de Veracruz, que tiene una
importancia económica enorme, no sólo para el propio estado sino para todo el
país, se ha suspendido a partir de la llegada del nuevo gobierno. Es una obra que no se va a cancelar,
simplemente se retrasará seis años, a ciencia y paciencia del gobierno estatal
y del federal.
Ahora
viene la pregunta de porque se le ocurrió al presidente declarar lo que dijo en
la mañanera. Tengo una hipótesis muy
clara. La nueva administradora, que
nada sabe de cómo funcionan los puertos, recibió información de un subalterno
igual de mal capacitado que ella, de alguna de tantas concesiones que se han
otorgado. Investigó un poco más, y
descubrió que el puerto estaba concesionado por cien años a la API. En su ignorancia, no sabía que figura
jurídica es la API, y mucho menos, quienes son los accionistas. Así que de inmediato reportó al presidente,
quien a su vez, no tiene la menor idea de cómo funcionan los puertos, y le
compró la idea de que había un abuso y corrupción en esa concesión del gobierno
federal al gobierno federal. Pero el presidente tampoco sabía que las API´s
pertenecen al gobierno federal.
Ese
día no había tema para distraer a la legión de seguidores en la mañanera, y es
utilizó la información recién recibida, sin la mínima verificación ni el mínimo
control o conocimiento profundo del asunto.
Exactamente igual a como se toman todas las decisiones en este
gobierno. Así salió el presidente en su
personificación del paladín vengador de la justicia a atacar a la API Veracruz,
y así siguió al día siguiente, pues se percibe que no tiene capacidad de autocrítica
y mucho menos de reconocer un error.
Como
muchos temas, éste ya pasó a segundo término debido a que ahora le toca el
turno al asunto Lozoya y su denuncia.
Sin embargo, leer tal cantidad de artículos de presuntos periodistas,
que sin la mínima información opinan al respecto con el fin de agradar al
poder, resulta nauseabundo. Tanto como
quienes solo critican al régimen sin tener las pruebas de sus dichos. Se vale defender y se vale criticar siempre
que se conozca el tema y se tenga evidencia, fuera de eso, los colegas se
convierten en sicarios o prostitutas de la pluma. Algo que debemos evitar para que México salga
adelante.
Si
te preguntas la razón del título, la respuesta es muy sencilla. La pena ajena viene en dos vertientes, una la
de los columnistas y opinadores que opinan sin conocer del tema, y que incluso
reciben doctorados honoris causa de universidades patito como premio a su
traición a la patria y sumisión al régimen en turno.
La
otra vertiente es la pena ajena que siento por nuestro presidente. Como él mismo lo confesó, no prepara sus
conferencias, lo cual implica una falta de respeto a los mexicanos. Opina a bote pronto, sin conocer a fondo los
temas, toma decisiones sobre el futuro de México sin estar bien enterado y como
ha quedado claro una y otra vez, sin escuchar
las opiniones de sus asesores, o de quienes conocen del tema convirtiéndose así
en el hazmerreír de la comunidad internacional.
Siento Pena por el país, porque el rumbo no se puede marcar con
ocurrencias o improvisación.
Me
queda claro que el presidente tiene un objetivo político, y que lo lleva a cabo
de manera impecable, pues es un tema que domina. El tema de administración pública es algo en
lo que tiene enormes áreas de oportunidad para aprender a gobernar antes de que
pase a la historia como un mal presidente y como quien le causó mucho daño a
México, por obra, acción y omisión.