El Baldón: Traidores a la patria, tontos útiles o
ambiciosos
Por: José Miguel Cobián
"Para aquel que no sabe a dónde va, cualquier viento
le es contrario." (Séneca)
El
ignorante es el que desconoce algo.
Cuando se desconocen los fines últimos de cualquier estrategia, el ser
humano se convierte en un tonto útil, que es capaz de dañar hasta lo que ama, que es su propia familia y su
patrimonio.
En
la época en que la inteligencia artificial es capaz de determinar cuáles son
los botones que hay que presionar en la psique del ser humano para poder
controlar sus emociones y formar su opinión en el sentido que desea quien
controla esa inteligencia artificial, resalta la actitud de personajes que se
consideran a sí mismos patriotas, trabajando gratuitamente para destruir su
propia patria.
Aunque
en México estamos muy acostumbrados a las traiciones y a que la patria no esté
en la lista de prioridades de los mexicanos, siempre detrás de los propios
intereses, lo que observamos en estos tiempos es dramático, pues ahora la
manipulación se da sin que se obtengan beneficios directos para los traidores.
Es
innegable que México está inmerso en una guerra de baja intensidad que llevan a
cabo las potencias. Estados Unidos,
Rusia y China principalmente, aunque también Japón, Irán, Corea del Norte y las
potencias europeas tienen sus propios intereses, al igual que Israel y las
monarquías árabes, entre otros.
Si
en Estados Unidos observamos a una enorme cantidad de bobos que se consideran a
sí mismos patriotas y defensores del American Way of Life convertirse en tontos
útiles al servicio de Putin defendiendo la posible reelección de Donald Trump,
la cual por el solo hecho de convenir a Putin debería de dejar claro que no
conviene a los Estados Unidos. Si vemos que los americanos continúan mirándose
el ombligo y no comprenden que ahora son ellos presas fáciles de la propaganda
que con tanto éxito su país utilizó en contra de los satélites soviéticos en la
guerra fría, y que en el propio corazón del imperio, se han sembrado ideas
contrarias a los intereses de su imperio,
imposible considerar la posibilidad que habitantes del resto de américa,
con un menor entendimiento de asuntos mundiales, perciban que también son
utilizados por los enemigos de Estados Unidos para debilitarlo.
México
es por su condición geográfica, un país satélite de Estados Unidos. La
soberanía debemos dejarla para los libros de texto, y entender lo que la
realidad muestra claramente. De hecho,
toda Latinoamérica salvo bastiones que ha logrado intervenir Rusia o China, es
satélite de los americanos, comprobando que la doctrina Monroe sigue vigente.
Al
ser México el país fronterizo con Estados Unidos, desestabilizar México afecta
directamente a los americanos, motivo por el cual, es de interés de los
enemigos del imperio causar la mayor cantidad de problemas políticos y sociales
en el país. Su población de ciento
treinta millones de habitantes y la animadversión histórica a la potencia que
ha tenido al país a sus pies proporcionan el caldo de cultivo adecuado para
ello. Salvo por un pequeño detalle, que es que a México y a los mexicanos no
les conviene que Estados Unidos se debilite, pues con ellos, México se debilitaría
aún más y quedaría mucho mas expuesto a los juegos de geopolítica de las
superpotencias enemigas.
Considerar
que un mal para Estados Unidos es un bien para México es una tontería
monumental. Equivale a considerar que en
México un mal para la iniciativa privada llevaría a un bien a la clase
trabajadora, cuando la historia ha demostrado que si le va mal a los
empresarios, le va mucho peor a los trabajadores. Y sin embargo, ambas ideas han sido
implantadas en el inconsciente de muchísimos mexicanos. Aprovechando intereses de grupos de poder,
fanatismos religiosos y políticos, las potencias han exacerbado la división y
las creencias populares (que no por ser populares son ciertas), que tanto dañan
a México.
Sin
duda, muchos de los reclamos sociales en cuanto a un reparto más equitativo de
la riqueza son legítimos. El problema es
que se pierde de vista, que la creación de riqueza va aparejada a certidumbre,
seguridad, respeto al estado de derecho, y sobre todo a la toma de decisiones
públicas con base al conocimiento y a la técnica. Las potencias se aprovechan, y manipulan a
los mexicanos, no porque los mexicanos interesen mucho, sino para debilitar a
los vecinos del norte.
Así
caemos en falacias como considerar que un gobierno que destruye riqueza y
destruye inversiones y empleos, dará resultados a largo plazo creando riqueza,
inversión y empleo. Sin saber bien a
bien cómo lo podría hacer, millones de mexicanos cifran su esperanza, -desde su
ignorancia-, en que sabrán cómo hacerlo, a pesar de que los hechos demuestran
una y otra vez que no saben.
Pensar
que quienes forman parte de la ideología del foro de Sao Paulo van a mejorar
las condiciones de vida de los mexicanos, es tan estúpido, como creer que los
venezolanos, los cubanos o los bolivianos gozan de un mejor nivel de vida que
los mexicanos.
Muchos
personajes que hoy están en el gobierno son traidores a la patria, pues
traicionan con sus actos los intereses de las mayorías. Nada nuevo.
Así ha sido desde que México logró la independencia. Ya sea por intereses propios, por haber sido
manipulados, o por su propia ignorancia, México tiene una larga historia de
gobernantes traidores a la patria. El
pueblo que ni siquiera conoce a fondo la verdadera historia del país lo
desconoce, y sigue siendo manipulado, para cavar su propia tumba.
Argentina
desde el punto de vista económico fue el país más exitoso del planeta a fines
del siglo XIX, Chile ha sido la economía más exitosa para reducir la brecha de
desigualdad desde la caída de Pinochet.
Sin embargo, traidores dentro de sus propios regímenes impidieron un
desarrollo mayor. Hoy Argentina es un
país subdesarrollado, y Chile con la aprobación de su nueva constitución,
inicia el camino cuesta abajo, cuando su propia sociedad y sus dirigentes lo
aplauden.
Parece
que el destino de los países latinoamericanos es ser presa fácil de la
manipulación de las potencias, instalar traidores conscientes o inconscientes
en el poder y dañar su presente y su futuro.
Espero que algún día los mexicanos dirijamos nuestro destino en función
del bien de la patria, y no de intereses personales o por la vía de gobernantes
títeres de la guerra entre las potencias.
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