El Baldón: ¿Por qué
afirmamos que se maneja mal la pandemia?
Por: José Miguel Cobián
Cualquier
gobierno trata de ocultar sus errores y culpar a otros. En el caso de los
efectos de la pandemia causada por el virus SARS-COV-2, ante el fracaso de la
apuesta del gobierno mexicano y en particular del zar anti Covid, el Dr. López
Gatell, se ha manejado una campaña en todos los medios de comunicación y redes
sociales, tratando de culpar a los ciudadanos mexicanos de el fracaso de las
políticas gubernamentales. Sin quitar
la responsabilidad a un pueblo irresponsable cabe señalar lo que se debió haber
hecho y se debe hacer, pero que no se hizo ni se hará para reducir el número de
muertes, por parte de la autoridad.
Acepto
que cerrar aeropuertos solo retrasaba la llegada del virus, sin embargo, el
permitir el paso indiscriminado de pasajeros de países dónde el virus ya se
expandía, sin ningún tipo de control fue una enorme irresponsabilidad por parte
de la autoridad sanitaria.
Una
vez dado a conocer por China el nuevo virus, en febrero se vendió a ese país
equipo de protección personal, que a partir de marzo y mucho más evidente en
abril y mayo le hizo mucha falta (y le sigue haciendo falta) al personal
médico-sanitario. Vendimos barato un
bien escaso, y lo compramos caro, sin satisfacer jamás la demanda de médicos y
enfermeras. La consecuencia es que México tiene la mayor tasa de mortalidad
entre ese grupo de profesionales por COVID.
Las
reglas básicas para controlar un brote todos las conocemos gracias a las
películas de Hollywood. El primer paso
es detectar casos, ya sean sintomáticos o asintomáticos, ya que ambos propagan
la infección. Si se desea cooptar el
avance se deben de realizar pruebas y más pruebas, nuestro gobierno decidió
ahorrar el dinero de todos los mexicanos y no realizar pruebas, en lugar de
utilizarlo para salvar vidas. Entiendo
que López Gatell venía resentido desde la época en que fue despedido por parte
del presidente Calderón, y quiso demostrar que el método centinela servía para
el mismo efecto, la realidad ha demostrado que estuvo y está equivocado. No es lo mismo detectar cada caso y sus
contactos, para aislarlos y darles seguimiento médico, que permitir que el
virus circule de manera indiscriminada y se contagie la mayor cantidad de
gente.
El
pleito del presidente López Obrador con las farmacéuticas y distribuidoras de
medicinas nacionales, se inicia cuando le pasan el dato de cuánto les compra el
gobierno mexicano. Considera que es mucho dinero y decide cancelar
contratos. El tomar decisiones con
absoluto desconocimiento de causa ha traído consecuencias desastrosas para el
sistema de salud nacional. En primer
lugar se rompe la cadena de distribución, misma que el gobierno a la fecha no
ha podido sustituir ya que no es especialista, con lo cual se ha incrementado
el número de faltantes de medicamentos, que ha llevado incluso a pérdidas de
vidas humanas. El escándalo de la falta de medicamentos para niños con cáncer
es de sobra conocido y comentado, pero no es el único. Incluso a la fecha
faltan medicamentos que se utilizan para pacientes intubados, lo cual ha impedido
que se intuben pacientes que así lo requieren, cuando hay respiradores
disponibles.
Otra
grave consecuencia fue la de pérdidas de empleos para mexicanos. Hoy pagamos a
empresas chinas e indias por la adquisición de los mismos medicamentos, con
dudosa calidad, generando empleos en China e India, en lugar de apoyar la
creación de empleos de mexicanos. La industria farmacéutica mexicana también
sufre, y perdemos terreno y autosuficiencia.
Los
sub ejercicios y reducciones en el gasto público en el ramo de salud, han
traído como consecuencia escases de camas, de respiradores, de medicinas, de
equipo médico y de equipo de protección personal. La realidad ha demostrado que ahorrar doce
mil millones de pesos en salud, ha generado incluso hasta brotes de sarampión,
ya que problemas de salud pública aparentemente superados, ante la ausencia de
suficientes vacunas, regresan con mayor fuerza.
La
mayoría de los países del mundo entendió que un sector de su población necesita
salir a trabajar todos los días para obtener sus alimentos ¡del día!. Por ello establecieron políticas para que
cuando se requiriera que la población se quedara en casa, recibiera dinero del
gobierno (dinero que es de todos los mexicanos, no es propiedad del presidente)
y con ello evitar más contagios. México
decidió no apoyar a los más humildes, obligándolos a salir y a exponerse en
plena pandemia. Los resultados están a la vista, con cálculos de hasta 350,000
muertos y más de un millón de sobrevivientes con secuelas causadas por el virus.
La
pérdida de empleos ha sido enorme. Y el daño a la economía implica que muy
probablemente ni al término del sexenio sea similar en tamaño a la de
2018. Una vez más, la mayoría de los países
sabedores de que es mucho más barato conservar un empleo que crearlo, apoyaron
a los asalariados con un porcentaje de su salario, durante los meses en que
está cerrada la economía, con el fin de que no fueran despedidos, y no se
cerraran las empresas por incapacidad de pago.
México decidió dejar a las pequeñas empresa y a los asalariados a su
suerte, sin el mínimo apoyo.
Muchos
pensábamos que el dinero de México debía de usarse para proteger a los
mexicanos, su salud y su economía. El
gobierno actual decidió no suspender ninguna de las tres obras que muchos consideramos
innecesarias, o cuando menos no urgentes.
Escoger entre suspender un año la construcción del aeropuerto Felipe
Ángeles, el tren maya y la refinería de dos bocas, para salvar vidas y economía
de los mexicanos, tiene una respuesta obvia. Primero los mexicanos. Pero el gobierno de López Obrador tomó otra
decisión, y hoy la presume. Da la
impresión de que al presidente le preocupan mas las finanzas del gobierno que
las de los mexicanos, se ha olvidado de que el gobierno está para servir al
pueblo, no para servirse del pueblo como si fuera una empresa privada.
Así,
sin medicinas, sin pruebas, sin seguimiento de infectados y sus contactos, sin
equipo de protección personal, se cuidó que no se saturaran las camas de los
hospitales, una medida que provocó que muchos enfermos por COVID se vieran
obligados a regresar a morir a sus casas, ya que los hospitales no los
recibían, o los recibían tan tarde, con un grado de avance de la enfermedad tan
grande, que solo llegaban a morir a los
hospitales.
Ya
no voy a elaborar en cuanto a los mensajes contradictorios, prueba de una
absoluta ignorancia e incapacidad para comprender las formas de transmisión, y
mucho menos los ejemplos contrarios a las recomendaciones verbales… No uses y usa cubrebocas, abrazos, salgan a
consumir, quédate en casa aunque el principal responsable salga de vacaciones,
etc. Un gobierno que no tiene la mínima
autocrítica y un pueblo que no exige rendición de cuentas.
Por
último, justificando una actitud populista para no molestar a la población,
cuando se detecta que aumentan los casos de infección, la autoridad no toma
medidas drásticas e incluso punitivas para evitar la movilidad de las
personas. Es decir multas y sanciones a
quien salga a la calle, cuando no debe de salir. La defensa de la libertad personal justifica
que no se defienda la vida y la salud de los mexicanos.
Todo
lo anterior explica porque México, incluso por encima de USA (allá hacen
pruebas masivas), es considerado un caso de libro de texto en las escuelas de
medicina y salud pública, sobre todo lo que no se debe hacer en caso de una
pandemia.
www.josecobian.blogspot.com elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex