El Baldón:
¿Qué te pasa Mexicano?
José Miguel
Cobián
Entiendo tu historia.
Comprendo que jamás has sido libre. Jamás has dejado de temer. Jamás has la libertad y la democracia. Jamás aprendiste
a ser ciudadano. ¿No crees que ya es hora de cambiar?
No hay mexicano que
desconozca que las instituciones rara vez sirven para algo. Todos entendemos
que la policía si puede, actúa como el peor delincuente. Que la policía
ministerial (como se llame en cualquier estado) está al servicio de criminales,
ya sean los criminales que nos gobiernan, o los criminales sin puesto
público. Todos sabemos que el poder
judicial está en manos de personas sin escrúpulos, que los jueces prefieren
quedar bien con el poderoso en turno o llevarse unos buenos centavos a su
bolsa, que administrar justicia en base a leyes muy buenas pero que solo en el
3% de los casos se aplican.
Todos gritamos Viva
México el 15 de septiembre para celebrar el cumpleaños de Porfirio Diaz (191
apenas hace unos días), pero a muy pocos nos importa México, o cuando menos los
mexicanos. El concepto de Patria es algo
que no se entiende a lo largo y ancho del país.
El concepto de bienestar para todos es una frase vana. Justicia, paz
social, desarrollo económico, son palabras o frases huecas de tanto que las han
mencionado los políticos sin cumplir ni una sola de sus promesas. Todos decimos
amar a México y cada vez que uno llega a un puesto dónde puede, se apropia del
dinero público como si fuera propio. Y
lo que es peor, el resto de los mexicanos lo consideramos normal y
correcto. ¨Tonto sería si no robara
cuando lo ponen donde hay¨.
No sólo eso, hacemos
apología de los ladrones. Llega a tu
entorno, un funcionario público que todos sabemos que incrementó su patrimonio
después de ocupar un puesto público y le otorgamos respeto y admiración.
Queremos codearnos con él, queremos ser sus conocidos, porque sabemos que
amigos no tiene, solo intereses.
Para el mexicano ser
amigo de un ladrón conocido se convierte en un honor. Y no me refiero a ser amigo de criminales de
esos que actúan sin charola. Cuya amistad también resulta útil en un país como
éste. Me refiero a que no existe
repudio social a quien es de sobra conocido que robó, saqueó o realizó peores
actos escudado en el poder público.
Si presumes ser de
izquierda, apoyas de manera ciega e irrestricta las políticas de un político
conservador como el presidente de la república.
Apoyas y defiendes a un régimen como el cubano o el venezolano que una y
otra vez violan los derechos humanos de sus pueblos. Aplaudes (como Claudia Sheimbaum) el discurso
de un tirano a pesar de haber vivido el 68 y la represión en México. Exiges en tu país todos los derechos que en
Cuba y en Venezuela los habitantes no tienen. Incluso en algunos casos llegas
hasta la lucha armada, para llevar al poder a tiranos que impedirán y sofocarán
de la manera más violenta posible el ejercicio de los derechos por los cuales
hoy afirmas luchar. Si eres mexicano,
te dices de izquierda y defiendes a esos regímenes, simplemente das pena.
Te presumes de
derecha, pero temes expresar tu opinión. Temes la represión del régimen. Eres de los que protesta solo cuando se
siente seguro. Eres tan valiente que tu defensa de la libertad y la democracia
la realizas en privado y entre tus amigos, dónde te sientes seguro.
Te presumes religioso,
y sales a manifestarte en defensa de la vida, ya que así te convocó el
sacerdote o aquél con quién quieres quedar bien. Uno esperaría que en tu defensa de la vida, y
de la infancia también, protestaras en contra de los pederastas, exigiendo a
grupos religiosos y políticos penas más graves y repudio social a quien toque a
un niño. Pero no te ví manifestarte en contra de la libertad de Kamel Nacif.
Estuvieras en protesta permanente por la cantidad de personas que mueren
diariamente en tu patria por causa de actos de violencia que el estado debería
prevenir. Sueño con que protestes todos
los días por las muertes innecesarias debido al COVID por falta de una estrategia
científica y profesional del gobierno.
Quisiera verte
apoyando con dinero y tiempo a todos los orfanatos, públicos y privados, para
defender la vida de todos esos niños, ofreciéndoles un futuro mejor. Me gustaría que defendieras la vida incluso
adoptando uno o varios niños huérfanos, que fueron abandonados por las madres
que decidieron no abortar. Aplaudo tu
rechazo al aborto, pero no te veo promoviendo el uso de anticonceptivos, ni
educando a la población sobre los métodos para tener una relación sexual segura
sin provocar embarazo.
A los que se presumen
de izquierda y derecha me encantaría verlos repudiando de entre su propio seno
social a aquéllos que se sabe han realizado actos de corrupción. Esa sí sería una gran enseñanza de moral
pública.
Mexicano, si de verdad
te interesara tu patria, te preocuparías por tener el mejor gobierno posible.
Reclamarías abiertamente cualquier acción de gobierno que no haga uso eficiente
de los recursos públicos. Te vería
exigiendo transparencia en el manejo de todo el dinero público, y denunciando
EN TRIBUNALES, cualquier mal manejo.
Pero no, te encanta el chisme de vecindad, te encanta señalar en
privado, te fascina no dar la cara, y cuando la das, das la otra cara, la que
aplaude en todo al poderoso en turno.
No, el problema de
México no es el crimen organizado, ni el gobierno (que muchas veces son lo
mismo aunque no siempre se dediquen a lo mismo), el problema de México son 130
millones de mexicanos que solo hablan y no actúan. Que temen y prefieren cuidarse de un peligro
inexistente en lugar de enfrentar los problemas de la patria para resolverlos y
ofrecer un mejor futuro a los que hoy vivimos y a las siguientes
generaciones.
El problema está en
cada quién que teniendo la cola sucia, siempre mira la paja en el ojo ajeno,
negándose a ver la viga en el propio. A
México le faltan muchas cosas, pero sobre todo, le faltan patriotas.
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