Día de Muertos...
Una Tradición Prehispánica que prevalece en la sierra de Zongolica
Por Domingo Simón Ortega
Zongolica, Ver., noviembre 02 del 2011.- El olor a copal y las velas encendidas envuelven el ambiente en la casa de la familia Tepole Ortega, que este Día de Muertos, escenifica todo un ritual prehispánico para recibir a sus difuntos que descansan en el más allá.
Con flor de zempamxuchitl y nube, así como todo un altar lleno de alimentos tradicionales propios de la región náhuatl de la sierra de Zongolica, esta familia al igual que muchas otras, reciben el espíritu de sus familiares desde la entrada a sus viviendas, formando un camino amarillo con pétalos de flor de muertos.
En pequeñas vasijas de barro, queman incienso para purificar el alimento que, en vida, gustaba a los fieles difuntos que, cada 1 y 2 de noviembre, traspasan la puerta del tiempo para llegar a sus antiguos hogares.
La maestra bilingüe Dolores Lucía Ortega Tzitzihua, explica a los reporteros que, en esta ocasión, vistieron sus altares con mole y arroz, el tradicional pan de muerto, cervezas, infusión y licor así como de decenas de canastas con frutas frescas de la temporada.
Uno de los platillos especiales es una tortilla de maíz que es elaborada en la punta del metate que es cocido con el puro calor de la lumbre, y que es como un totopo muy especial que sólo algunas mujeres de la sierra saben elaborar.
El “esquimole” es otro de los platillos que se elaboran a base de maíz molido y que tiene un sabor muy especial, éste se guiza con carne de pollo o cerdo, pero su sabor es inconfundible.
La profesora Ortega Tzitzihua afirma que uno de los guizados que no pueden fallar son los tamalitos de frijol o de mole, que se presentan en la ofrenda.
Sostiene que desde muy pequeños a su familia se le enseñó a rendir culto y preservar esta tradición muy nuestra del “Día de los Fieles Difuntos”, ya que vienen otras tradiciones del extranjero como “halloween” que nada tiene que ver con la cultura mexicana.
Cada año, la maestra Dolores Lucía Ortega y su esposo, profesor Antonio Tepole, reciben no sólo la presencia de sus seres queridos que vienen del más allá, sino también de cientos de amigos y visitantes que gustan apreciar uno de los altares más vistosos e impresionantes que se colocan en esta fecha de Todos Santos.
